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andoriña 1

1. f. (Apus unicolor, Apus pallidus brehmorum, Apus apus) Nombre con el que se designa indistintamente a las tres especies de vencejos que nidifican en Canarias: vencejo unicolor, vencejo pálido y vencejo común. Son aves insectívoras que se alimentan en pleno vuelo y emiten unos característicos chillidos. Parcialmente migratorias, estas aves de unos quince centímetros son de color pardo negruzco. Todavía me acuerdo de que a mi pueblo venían las andoriñas en bandadas volando bajito y siempre cazando. En algunas zonas de Canarias se conocen también con los nombres de aburrión y golondrina.

2. f. LP. Persona inquieta y vivaz. ¿Y quién de nosotros es capaz de seguir el ritmo de esa andoriña?

andoriña 2

1. adj. Tf. y LP.  Dicho de una cabra, totalmente negra. Hay pastores que dicen que las cabras moriscas son más lecheras que las andoriñas.

andurrial

1. m. Terreno erial. U. m. en pl. El padre le dejó muchos terrenos, pero andurriales todos.

anea

1. f. Tf. Tira que se hace de las capas concéntricas que envuelven el tallo de la platanera una vez secas. Se usa como cuerda para amarrar. Amarrábamos los tomateros con aneas.

anegrado, da

1. adj. De color muy oscuro, que tira a negro. La chopa es un pescado de un cuarto de kilo o medio kilo, anegrado, que se coge a veinte o treinta brazas de profundidad.

angarillas

1. f. y pl.  Armazón de cuatro palos clavados en cuadro, de los cuales penden las barcinas del camello, para transportar generalmente la paja. Las angarillas y las barcinas forman el vaso.

angorra

1. f. GC. Gangorra, trozo de sedal.

angurria

1. f. GC. Micción persistente. La angurria, la meadilla esa, le entró por una infección que tuvo.

anises

1. m. y plLz. y Fv.  Piedrecillas blancas de superficie rugosa, que se encuentran en algunos fondos marinos y que suelen usar los pescadores como engodo en la pesca de viejas. Los engodos que se suelen emplear en la pesca de viejas son los anises y los erizos escachados.

anjova

1. f. (Pomatomus saltator) Pez predador que puede alcanzar cerca de un metro de longitud y hasta unos ocho kilos de peso. Es de color gris verdoso por el lomo y plateado por el resto del cuerpo. Vive entre la superficie y los 120 metros de profundidad, persiguiendo los bancos de sardinas, longarones, bogas y otras especies semejantes. Los individuos de menor tamaño suelen vivir en grupos, mientras que los ejemplares mayores son generalmente solitarios. Es nombre que han empleado sobre todo los pescadores canarios en la costa de África para referirse al pejerrey. El cherne salado siempre ha sido caro, de modo que la gente del pueblo compraba corvinas o anjovas, que eran pescados más baratos.

antoñito

1. m. Fv. y GC.  (Dentex macrophthalmus) Pez de la familia de los espáridos, que puede alcanzar el medio kilo de peso. Es de color rojizo claro y nacarado. Vive en cardumes, en fondos arenosos y de roca, entre los 200 y 300 metros de profundidad. Es pescado blanco muy sabroso. Nosotros siempre pedíamos un par de antoñitos fritos con unas papitas arrugadas.

anuel

1. m. LP. (Convolvulus floridus) Arbusto de la familia de las convolvuláceas, que puede medir entre dos y cuatro metros de altura, y cuya característica más sobresaliente es la densidad de sus vistosas inflorescencias de color blanco. Se trata de un endemismo de las Islas, que se da espontáneamente en eriales y riscos de medianías. Se emplea como planta ornamental. En el patio de su casa había un anuel grandísimo, de dos metros por lo menos, con unas flores blancas como campanitas. En otras zonas de Canarias se conoce con los nombres de aguaidil y guaidil.

añero, ra

1. adj. Lz., GC. y Tf.  Dicho de una planta, que en un año da mucho fruto y poco o ninguno en otro. Aquí en esta finca hay muchos árboles que son añeros: ese duraznero el año pasado no dio ni un durazno, y este año míralo cómo viene cargadito.

añusgado, da

1. adj. GC. Apenado, desconsolado. A ese hombre le tiene que pasar algo, porque no tiene cara de contento sino de añusgado.

□ Se pronuncia generalmente añurgado o añulgado.

apagaluz

1. m. Nombre que reciben ciertos insectos de vuelo nocturno que acuden a la luz y pueden apagar la llama al chocar con ella, en caso de tratarse de velas y candiles. Por las noches se distraía asomándose a la ventana para ver los apagaluces volando alrededor de la farola.

 
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